Los agradecimientos hacia los árboles, son realmente inabarcables, hoy vamos a tocar un tema ineludible pero tabú. En esta cultura en la que me ha tocado educarme, existen muchos temas intocables, proscritos y relegados al silencio. Uno de ellos es la muerte.
De la vida hablamos y hablamos, sin pudor y muchas veces sin conciencia verdadera del milagro que supone cada respiración sana que hacemos. Sin embargo si hablas de la muerte puede ser que te miren con recelo, con miedo, con suspicacia. Incluso a veces se puede interpretar como un asunto morboso, del que hay que pasar de puntillas y rápidamente. Cuestión delicada, que puede herir sensibilidades, creencias, justicias y venganzas.
Y sin embargo, nuestra actitud y nuestras razones importan poco, si algo hay seguro en la vida es la muerte, ya nos pongamos mansos o fieros; aquí no se queda nadie.
Tal vez por haberme criado en contacto con la naturaleza vi con naturalidad que los seres que yo quería se iban para no volver.
Bien entendido: naturalidad no implica falta de dolor en lo absoluto, ni tampoco morbosidad, naturalidad significa que lo veo como algo que forma parte de la vida, con independencia de mis sentimientos.
El propósito para tratar la muerte se limita al hecho de dejar patente el papel que los árboles juegan a nuestro favor a pesar de que nos mostremos sordos y ciegos a su generosidad..
Con su mansedumbre, la madera y por ende los árboles, han ayudado a esos ritos que desde los albores de los tiempos los hombres llevan a cabo para despedir a sus seres más queridos.
El primer combustible utilizado para incinerar fue y sigue siendo en muchos casos y culturas; la madera.
Al lado de esta forma de transportar nuestros cuerpos a otros misteriosos lugares, está la inhumación, palabra latina que tiene un significado para mi, conmovedor, "in" que singnifa en, y "humus" que significa tierra. Es decir en tierra, por eso utilizamos el verbo enterrar.
No se sabe a ciencia cierta, o al menos, yo no tengo constancia fidedigna de ello, que las primeras inhumaciones se hicieran con cajas madera, y sí en vasija de barro o cincelando hueco con perfil humano en enormes piedras (tumbas antropomorfa)
https://www.youtube.com/watch?v=WlIHhoSUukQ
Les dejo un link de una hermosa canción que evoca el rito precolombino, de guardar al difunto en una vasija de barro.
Tanto al barro como a la piedra, en el rito de inhumación, se impuso la versátil madera.
Sarcófagos, féretros, urnas, ataúdes... todas esta palabras definen a una caja de madera que contine un difunto.
Y todos ellos confeccionados en madera que, en función de la capa social y capacidad económica de la familia del difunto, pueden ser más o menos costosa. Me resisto a utilizar en esta materia, la palabra "madera noble" porque todos nos igualamos ante la muerte y todos los árboles son, esencialmente, nobles.
Álamo
Caoba
Cedro
Pino
Roble
Son entre otros muchos, los nobles espíritus arbóreos que ceden sus maderas para guardarnos en un desconocido sueño.
Muy lentamente, pero que muy lentamente, la clara inteligencia humana se va dando cuenta que la Tierra tiene "numerus clausus", es decir que tiene límites. Se sacrifican demasiados árboles para este fin sin que se repongan en la misma cantidad.
Lo ataúdes biodegradables y la combustión por gas, pretenden ser una alternativa sostenible al problema medio ambiental provocado.
Con el tiempo veremos si las nuevas tendencias son capaces de aliviar la presión que siguen sufriendo los árboles a costa nuestra.
Existen otras formas de hacernos desaparecer, pero me ciño a estas dos por ser las más populares y conocidas a lo largo de la historia y las que precisan la colaboración ineludible de la madera.