martes, 17 de enero de 2012






          Los árboles de la Carretera




Del álbum de la familia, pueden ver "mis" árboles de carretera

                
Hoja Primera.

   La parte sur de la Huerta daba con la carretera de Madrid, escoltada por altísimos y enormes árboles. El que estaba más próximo a la entrada, tenía un diseño perfecto para mí, ya que en la base del tronco tenía el nacimiento de una de sus raíces muy abultado y yo lo utilizaba de asiento. La carretera estaba muy bonita porque en cada una de las cunetas y a pocos metros vigilaban éstos gigantes, todos iguales, salvo el algarrobo que estaba justo frente a la casa. Yo nunca supe el nombre de aquellos árboles, eran "los árboles de la carretera".



Éste pie de árbol me recuerda aquel dónde me sentaba (foto mía)


   Se llamaran como se llamaran a mi me parecían interesantisimos.

    Su corteza rugosa, agrietada, de color oscuro estaba llena de bichitos a cual más curioso. En primavera, antes de que salieran las hojas, aparecían unos racimillos de semillas  coloreadas del verde al marrón y de sabor simplón. Cuando se secaban era precioso ver cómo el viento las agitaba y caían al suelo, volando suavemente.

Un tronco muy entretenido (foto mía)


   En otoño se ponía todo perdido con las hojas amarillas que desaparecían fundidas con la tierra al poco tiempo, eso sí, antes eran techo para gusanos, lombrices, escarabajos ...

   Lo más divertido venía en primavera cuando las cunetas se tupían de alta yerba, las amapolas y las magarzas eran las reinas. Tan altas eran que yo sentada al pie del árbol pasaba totalmente desapercibida tanto para la escasa gente que pasaba por la carretera como para mis padres, que podían estar hablando a escasos metros de mí sin verme (o eso pensaba yo) 

   Alrededor mio los insectos se traían unos trajines incomprensibles para mi, de ellos me llamaba mucho la atención los "curitas", nunca supe de dónde salían y a dónde iban con tanta prisa, muy suspicaces ellos, nada más tocarlos segregaban un líquido rojizo y pringoso que me disuadía de hacer algún experimento con ellos. Otras criaturas muy entretenidas y desconfiadas eran los pajarillos, pero no se estaban quietos seguirlos con la vista era de locos... y no digamos cuando mi padre traía las vacas a comer, menuda emoción escuchar, ver y sentir tan cerca, a esas criaturas tan enormes, zampar sin descanso.

Curitas (Meloe Majalis) (foto en la red)


   En invierno cortaba algún chupón de los árboles para desmenuzar y examinar concienzudamente el "corcho" que los cubría.  Eso de desmenuzar era una constante en mí para ver cómo era el interior de las cosas, igual por eso las muñecas siempre me parecieron un poco tontas comparadas con el  interior de un coche lleno de diminutas piezas y ruedillas que se engranaban entre sí para hacerlos correr.


Rama "encorchada" (foto en la red)

    En verano, mi árbol y sus compañeros daban una sombra apetecible.

   Un mal día desaparecieron de mi vista y de mi vida cambiando el paisaje de una forma brutal y fea. La carretera sin árboles era aburrida, monótona y vacía.


Hoja Segunda.


"Ulmos minor", Olmo común, que pertenece a un género botánico de 204 especies. (Así se llamaba mi árbol de la carretera.)

El Olmo puede medir hasta 30m. Se distribuye por Eurasia, América y Africa del norrte.

Sus hojas son  caducas, alternas, asiméticas, simples y serradas o doblemente serradas.
Las flores aparecen en primavera o al final del invierno, son hermafroditas, sin pétalos, polinizadas por el viento. (observen la profunda poesía que existe en eso de ser polinizada por el viento)

Sus frutos son sámaras. Las sámaras tienen forma aplastada con un ala orbicular que rodea completamente la semilla, ala membranosa que le sirve para volar, se tornan pardo amarillento antes de caer, tienen una longitud de entre 7 y 9 mm.





La sofisticada sámara (fotos Paloma I.)


Los Olmos requieren humedad, por lo que es habitual verlos junto a los ríos y si están lejos de los márgenes de los ríos seguramente exite un buen aporte freático.
                                 Usos del Olmo.

   De su corteza se obtienen productos de interés terapeútico; taninos, fitosterina y mucilagos. Tiene propiedades contra diarreas, hinchazones, desifección y cicatrización de heridas y faringitis.

    Plinio el Viejo defendió su madera como la mejor para construir carros, ruedas, y piezas de maquinaria que tuvieran que ser sometidas a golpes.

    Sus hojas se emplean como alimento para el ganado, considerado mejor forraje que el heno para vacas y ovejas, (HEYBROEK, 1990), (las vacas y las ovejas lo saben desde siempre). Incluso su corteza troceada ha servido de alimento al ganado.

   Uso ornamental. Felipe II llenó de olmos varios espacios reales, Aranjuez, el Pardo, El Escorial, y se ha seguido utilizando en jardineria por su sombra, su belleza y solidez. Potente cortavientos, se utiliza mucho en setos.


Fue uno de los 21 árboles sagrados de los celtas y representaba a los nacidos entre el 12 y 24 de enero y el 15 y 25 de julio, venían a encarnar personas de buen carácter, modestas, prácticas, de gran sentido común e inteligencia despierta.



Hoja Caida


No busquemos olmedas, ni carreteras escoltadas por éstos gigantes verdes, practicamente no existen. Millones de ellos murieron a causa de un hongo que se alía (vector de transmisión) con un coleóptero diminuto, de 4-6 mm, y desecadena la Grafiosis, que llegó a Europa procedente de Asia, durante la primera Guerra Mundial.


Scolytus 

La Grafiosis es una enfermedad que ataca los vasos comunicantes de la savia del árbol.

La grafiosis llegó a la Península Ibérica a principios de la década de los años 80 del siglo pasado. Atajar y prevenir la enfermedad es muy complicado y el éxito no parece presidir las acciones de la Administración.




Hoja Tercera


Era costumbre sembrar árboles en las cunetas, lindes o márgenes de los caminos reales, por los efectos beneficiosos que para el caminante tenían. Servían de guía y afianzaban los caminos.

Pero con la masiva llegada de los coches a nuestras vidas, paulatina y proporcionalmente los árboles desaparecían.

Cuando un coche se estrella contra un árbol, las personas  responsabilizan al árbol y el remedio es talarlo.

Otros árboles de carretera terminaron en el aserradero porque sus raíces agrietaban los asfaltos. Sería interesante saber dos cosas; si esos asfaltos eran de calidad y si los árboles estaban sembrados correctamente. En cualquier caso, sigue habiendo grietas en muchos asfaltos pero no hay ni rastro de árboles.

 

Las mejoras viarias han exigido que esos seres que nos dan sombra, distraen vientos, límpian la atmosfera fabricándonos mejor aire qué respirar, sean postergados.

 
Sin embargo, tengo la impresión, de que a la vuelta de unos años los árboles van a volver a las carreteras, será por puro sentido común o por pura necesidad, pero volverán.


Precioso y majestuoso Olmo junto a una carretera (foto en la red)

lunes, 9 de enero de 2012

LA HIGUERA



                                              
Imagen de la red.
Hoja Primera

De día escoltaban la noria de La Huerta, daban sombra a la mula cuando, vendados sus ojos, giraba cadenciosamente llenando y vaciando los cangilones para sacar agua del pozo. De noche se convertían en gigantes negros, inmensos y amenazadores que protegían sabe dios a qué y a quién... o al menos, eso es lo que a mi me parecía.

Eran tres higueras.

La Huerta era un cuadrado casi perfecto de 16 hectáreas. Sus lados orientados al Norte y Oeste tenían higueras sembradas a cierta distancia unas de otras, la primera del Oeste ya limitando con el Sur y con la carretera de Madrid era la higuera de "la gente", mi abuelo Frasco la sembró cerca de la carretera para que las personas que decidieran tomar lo que no es suyo, al menos no destrozara en demasía lo sembrado.

Las higueras de mi casa (por mi casa entendemos tanto el edificio como la huerta, para mí eran lo mismo) que sembró mi abuelo Frasco tenían un porte y tamaño que jamás he vuelto a ver, desde luego eran más alta que el tejado de la casa y de la vaquería.

Los troncos eran del color de la ceniza del brasero de picón, anchos y asequibles para gatearlos y subirme a las ramas superiores, igualmente anchas donde me apostaba sigilosa y cómodamente para observar todo lo que pasaba alrededor, ganando con una perspectiva de pájaro. Ésta idílica situación solía terminar bruscamente con los asustados gritos de mi madre ordenándome que bajara inmediatemente de lugar tan peligroso. Las madres tienen unas ideas incomprensibles del peligro a los ojos de una niña.


Los seguros y bajos troncos de las higueras me servía de colgadero para intentar estirarme y ser más alta. Me parece que no lo logré, pero mis brazos son algo largos, no se si tendrá algo que ver.

Mi padre me ponía columpios en una de las higueras de la noria y me pasaba las horas muertas intentando llegar con la punta de los pies a la rama más alta. Otras veces intentaba columpiarme cabeza abajo, logrando en una ocasión caerme y hacerme una pitera en la cabeza. Lo que para mí fue una proeza singular, para mi madre fue uno de los sustos más morrocotudos que le dí de pequeña.
Las higueras de mi casa daban dos tipos de higos, los de primero de verano eran gordisimos. Yo ayudaba a cogerlos bien a mano o con una caña muy larga en cuyo extremo mi padre ató una lata larga de mortadela que cortaba limpiamente, llegando a contener tres hermosos higos que bajaba con cuidado y los ponía en una caja forrada con las hojas de la higuera. Y los de último de verano que eran muy chiquininos y que mi padre secaba para hacer casamientos. (o eso me parecía a mí, aunque según parece servían de alimento al ganado que papá tenía en la Huerta)

Aprendí a recolectarlos evitando mancharme con la leche de la higuera, que era muy pegagosa, amarga y de fuerte olor a higuera. Sí porque los higos, las hojas, el tronco olían a higuera, pero la leche olía muchisimo más, digamos que la leche era el perfume de higuera y los otros agua de colonia de higuera nada más.

El tronco de la higuera no era de los más interesantes, apenas tenían grietas ni oquedades y salvo contemplar las escasas hormigas que subían y bajaban poca historia sacaba yo.

Hoja Segunda - "Ficus Carica"

Originaria de Asia Sudoccidental, crece en torno al Meditarráneo y en otras regiones del mundo como la costa central del Perú. Tiene flores invisibles de color amarillo que encontraremos dentro de los receptáculos que se convertirán en higo.

Es un árbol o arbusto de pequeño porte, entre 3 y 10 m. De hoja caduca y grande 12 a 25 cm. Nada exigente en cuanto a terrenos y de crecimiento lento.


Hoja de Higuera

Produce un látex irritante y sólo algunas variedades producen dos cosechas al año. Hay higos blancos, higos reina, higos negros, higos morados, higos verdes, brevas... en definitiva, unas 600 variedades de higos.

Si bien por indiscutible evidencia, se comienza a situar el cultivo del higo en Egipto sobre el 4.500 a.d.C, recientes hayazgos retroceden el mismo al 10.000 a.d.C y al Valle del Jordán. Si ésto último tomara postulado definitivo para historiadores, resultaría que el cultivo del higo podría anteceder a la domesticación de trigo o cebada.

En el Génesis (3,7) Adán y Eva se cubren, una vez comieron del fruto del "árbol de la ciencia del bien y del mal", con hojas de higuera. También en la Biblia aparece la higuera como uno de los árboles de la Tierra Prometida.

De la palabra Sicono (higo) toman el nombre los Sicofantes, grupo místico de la Grecia Clásica que significa literalmente "los reveladores del higo". Dirigían los cultos agrarios de la fecundidad de la tierra. El cultivo del higo adquirió valor simbólico y económico llegando incluso al contrabando del mismo. Platón la tuvo como fruta favorita por lo que llegó a considerarse como la fruta de los filósofos.

En la Roma antigua lo veneraban como a un árbol sagrado, porque en su mito fundacional Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba Luperca bajo una higuera. Igualmente en Roma era costumbre intercambiar higos como regalo. Los higos fueron empleados en ritos báquicos, en honor del dios Bacco.

Buda recibió la iluminación bajo una higuera, el árbol del bien y del mal en la religión budista.

No tiene nada de extraño conociendo lo que antecede que el higo fuera símbolo de fertilidad y de sabiduria.

Higuera como toponimio. En la provincia dónde yo vivo, Badajoz, hay varios pueblos que contienen Higuera en su nombre: Higuera de Vargas, Higuera de LLerena, Higuera la Real, Higuera de la Serena. Hablando de toponimios, en Bolivia exite un pueblito que se llama La Higuera...
                                   Hoja Caída

La Higuera (Bolivia) 9 de Octubre de 1.967, Ernesto Che Guevara es sacado de las escuelas del pueblo dónde lo tenían prisionero, el agente de la CIA quiere hacerse una foto con él. Ese mismo día terminó su vida y comenzó su mito. Vemos al Che, en en el lugar conocido como el Cercado de la Higuera. Es una imagen que angustia. Dos rostros que  dicen y  hacen pensar mucho.

Fotografía encontrada en Internet

                                                      oooOooo
Hoja tercera.

Las hermosisimas higueras de mi niñez ya no existen, se arrancaron y en su sitio se plantaron torres de pisos-nichos. Unas tierras feraces, aluviales que fueron removidas sin miramientos para construir lo que hoy son los sótanos para los coches de los dueños de esos pisos. Señalo que a escasa distancia están las rañas, terrenos de secano y por tanto de rentabilidad agrícola más baja.

Hoy los higos, al menos en el entorno en que yo me muevo han perdido en gran medida su simbología y su importancia.

Se sigue consumiendo como fruta del tiempo aunque no es muy popular ya que, por su riqueza nutritiva tiene fama de engordar (vox populi). En nuestra contradictoria sociedad se pueden consumir a diestro y siniestro boyería industrial con un montón de ingredientes inescrutables y despreciar olímpicamente un joya de la naturaleza como es el higo.

Afortunadamente un árbol tan recio, de historia tan extensa vende cara su agonía y revive dulcemente en forma de bombón.

paladaresdeorigen.com

Almoharín, un pueblo de la comarca de Montánchez (Cáceres), ha sabido sacar al higo un nuevo y exquisito valor.


El higo seco es bañado en chocolate, algunos además se les añade licor. Éste es el resultado.

artesagourmet.com

jueves, 5 de enero de 2012

MI AVATAR




                                     
LOS ARBOLES NO NOS NECESITAN - NOSOTROS A ELLOS SÍ.

Hoja Primera:


Como hacía un día magnífico decidimos salir a pasear, mis amigos, Cristina, Fox, Tila y Nana, los dos primeros y yo de la especie "homo" y las dos ultimas descendientes, aunque lejanas, de altivas lobas. Caminando, hablando, y con algún ladrido por parte de Tila y Nana a las que no les acaban de gustar sus congéneres, discurría nuestro paseo cuando alguien me llamó la atención.


Estaba tan quieto como expresivo.

No hice comentario alguno porque me pareció tan fascinante que difuminó la realidad del momento.

Al día siguiente y cámara en ristre fui al mismo lugar e hice las fotos que ilustran mis comentarios.

Me quedé impactada por los dos rostros que vi en los troncos de esos árboles.



Es una composición que se debe a la poda que han sufrido.  Pero no he dejado de presentir y ver que en los dos árboles hay algo más. Al principio justifiqué mis sensaciones con un exceso de imaginación, pero ya no estoy tan segura.

¿Es casualidad o es causalidad? Por mis pesquisas he sabido que  antes, otros han considerado que en los árboles hay seres, entes, ent, espíritus o como se quiera llamar, pero dentro de cada árbol hay...

Y esa es, en esencia, la motivación de meterme en camisa de once varas (blog) y no porque lo que yo considere o deje de considerar sea importante, sino porque ellos lo son.


Hoja Segunda:

       Mi Avatar es un Álamo, Chopo o álamo negro, "populus nigra". Es usado como árbol ornamental y de sombra. Su madera es empleada para fabricar celulosa. Para tableros de contrachapado. Además se pueden utilizar como cortinas cortavientos.  Incluso como remedio medicinal por sus propiedades diuréticas, antirreumáticas y para el tratamiento del dolor.

Hoja Tercera:

       Ante mi Avatar siento una profunda vergüenza por la falta de respeto que, en general, mostramos a unos seres que nos lo dan todo.

        Cuando podaron éstos árboles dejaron sus heridas sin curar y al alcance de todos.

        Sería bueno que los que poden un árbol, tomen conciencia de que deben sellar la herida y deben hacerlo bien.

         Los árboles no son como el resto de los seres vivos, el árbol no es capaz de curar sus heridas y  trata de aislar la parte afectada  con una especie de callo que absorverá  dentro de sí. En el interior de troncos y ramas estarán intactas todas las heridas sufridas en su vida. Formar esa callosidad requiere un largo tiempo y  no se lo damos.

       

    Volveré al tema de la Poda en el futuro, sin duda.  

domingo, 1 de enero de 2012

Los árboles son seres maravillosos. De ellos depende, en gran medida, nuestra vida. Con cada entrada en éste blog quiero reconcerlos y presentarlos desde mi punto de vista, compartiendo mis sentimientos por ellos. 

En los troncos de los árboles podemos encontrar imágenes y formas como ésta que podéis ver. Corresponde al tronco de una encina ubicada en un paisaje de dehesas, próximo a Villar del Rey (Badajoz). La foto la tomé en Agosto 2011.